miércoles, 4 de julio de 2018

De lo que hablaban los alquimistas

Cuando dejamos que nuestro niño interior domine el cuerpo, le estamos quitando el mando al adulto que llevamos dentro.
Permitiendo salir la energía bruta, la energía de un niño que no entiende, sin ser refinada, sin ser moldeada, la dejamos salir al exterior, creando caos y cometiendo errores. 

Nuestro niño interior tiene un papel muy importante: es quien vive el presente, quien se divierte, quien no sabe y no juzga, y no le hace falta, pues un niño solo debe ser feliz.
Por eso, nuestro adulto interior debe ser el responsable, el que controle al niño, el que le explique que él no puede usar el Facebook porque es un niño. Yo no dejo a mi hijo usar el móvil, ¿Por qué habría de dejar a mi niña interior hacerlo? Ella solo arma lío, como hace un niño con las fibras en las paredes. Luego la adulta tiene que limpiar el desorden que creó el niño.

En resumen, ambas partes son importantes, si están cada una en su sitio. 
Por eso, antes de decir si quiera una palabra, debo aprender a cocinar el pastel y sacarlo del horno sólo cuando esté verdaderamente listo.
Transmutar la energía bruta de la niña, en la refinada, de la adulta.
Supongo que esto era de lo que hablaban los alquimistas.



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