He escuchado
varias veces eso de "Si no está en tus manos que no esté en tu
cabeza" o eso de "Las personas integradas hacen, piensan
y sienten exactamente lo mismo en todo momento", y sí, tienen un punto
de verdad aplicándose sólo a ciertos problemas, pero no son cien por cien adaptables
a todo en la vida, y no por estar pensando en algo que no está sucediendo
material y físicamente delante tuyo significa que eres un ser trastornado
o dormido.
El ser humano
espiritual pasa la vida intentando comprender eso que llamamos Dios, La
Fuente o El Todo. Queremos ser Eso y como Eso,
porque somos Eso. A nuestra finita manera buscamos la omnipresencia
y la omnipotencia.
Entonces
claro, creemos que como El Todo está en todas partes y lo contiene todo, puede
tener ese derecho y nosotros no.
Que el dedo
del pie esté en el pie y el oído en la cabeza aunque se hallen separados,
son parte de un mismo ser, lo sabemos todos.
Ahora bien, el
humano que no es capaz de concebir que su cuerpo físico es el ancla de la
tercera dimensión y su cuerpo ondular se lo pasa viajando sin cesar al pasado y
al futuro, incluso nadando en fantasías, y que ambos cuerpos son parte del
mismo ser, cree que eso es no ser íntegro.
A los niños
les podemos permitir vivir en los mundos de la imaginación y
decimos que ellos están en completa conexión con la divinidad, entonces, ¿por
qué es diferente para el adulto? El uso de la mente y me refiero a un uso
consciente del pensamiento unido a la emoción, eso también es una clara
conexión con El Todo y una unión entre cuerpo y alma, además
de una manifestación de omnipresencia contenida en la finitud del ser vivo.
No podemos
negar que el humano vive en cuarta dimensión la mayor parte del tiempo aunque
opera en tercera.
Está claro que
vivir en cuarta significa estar en la mente (pensar y sentir) y vivir en
tercera estar en el cuerpo (actuar). Y si no quieres admitir
esta condición, observa qué pasa cuando dormimos: nuestro cuerpo se queda
en el aquí y ahora de lo que llamamos la tercera dimensión, operando con todos
sus procesos físicos de dimensiones inferiores, mientras la mente hace de las
suyas y se va, literalmente, a vaya saber uno dónde.
¿A la cuarta
dimensión, al inconsciente? ¿Son lo mismo?
Entiendo que
hay algo privado, al menos entre el yo y el Ello (a esto le
llamaría yo inconsciente individual), y algo compartido que se comprende desde
el yo hacia El Todo y hacia todo, y viceversa.
Como lo
explica un libro de magia ritual que estuve leyendo: el sueño privado se
compara a un árbol o un monte (a algo elevado) que se halla por encima de una
superficie que lo abarca todo, ese terreno sería el punto de unión entre la
privacidad y la publicidad de nuestro mundo interno, la superficie (el/lo
plano) sería el llamado inconsciente colectivo o mundo astral compartido.
¿Podríamos
afirmar, para conceptualizar y llegar a un entendimiento mutuo, que el
inconsciente individual es el árbol, el mundo de los sueños privados (también
los lúcidos), mientras el inconsciente colectivo al que podríamos denominar
también plano astral, es ese territorio donde lo individual tiene su sitio
diferenciado, pero está a la vez dentro de ese medio?
Todo ello,
conjuntamente, constituiría la cuarta dimensión.
Por eso, tener
encuentros reales con otros seres que tengan la capacidad de acceder a estos
planos de consciencia lúcidos, es posible, ya que eso lo
envuelve todo en dicho plano, así como los elementos lo envuelven todo en el
mundo de la vigilia. Quien se halle lúcido podría moverse a voluntad tanto por
el plano conjunto como entrar en los "montículos" privados de otros
seres, sin que estos lo percibiesen siquiera.
Hallarse
lúcido y saber desenvolverse por dicha dimensión no implicaría una consciencia
más elevada, ya que allí se encuentran entidades de todo tipo, así como humanos
astrales que quieren hacer daño, por ejemplo, e incluso los desencarnados
perdidos, pero este tema es a parte de lo que me concierne tocar hoy.
Recuerdo
cuando de pequeña vi la película "Street Fighter" de Van Damme que me
quedó grabada una escena en que a un hombre lo estaban azotando en un cuarto
por propia voluntad, ya que estaba realizando prácticas de "control
mental", quería dominar el dolor físico...
Decirle a una
persona privada de su libertad o a una maltratada, a la que tienen
secuestrada y violándola sin parar que "si no está en tus manos
que no esté en tu cabeza", sería directamente como dejarla en el
infierno quemándose en carne viva, o tirarla a un mar helado con una bocha de
hierro atada a sus pies.
¿Qué habría
sido de la muchacha negra de la película "Precious" si no hubiera
utilizado el poder de su imaginación para huir de su mierda de vida?
La mente tiene
el poder de sacarnos de ese lugar en dónde estemos, y sí, también podemos
evadirnos de la realidad con ella.
¿Quién determina
lo que es una realidad evadible? Ya sea que objetivamente pueda verse como una
situación ideal porque es agradable, bonita o porque eso que te está
pasando 'no debería hacerte sufrir', o ya sea que nos pase algo que no nos
gusta y no hemos elegido, entonces, ¿de esto último sí está permitido evadirse,
sin sentirte culpable, pero de lo otro no, porque es una decisión propia y
agradable?
Si nos ponemos
así, también es una decisión propia sufrir, ya que podemos controlar el dolor,
y si no, es que no te has entrenado lo suficiente... (Ironía)
Obviamente
estoy hablando a seres conscientes y despiertos, que en un caso como el que
expongo se tardarían poco en preguntarse "¿por y para qué me evado de una
realidad aparentemente ideal?".
Pero si este vehículo
maravilloso todopoderoso que es la mente está en un cuerpo no es para no
usarlo, o traerlo a este plano material para mantenerlo en equilibrio constante
y que no "vuele".
James Ray
decía que el equilibrio es la muerte, ahí no hay nada que hacer más que mucho
trabajo por mantenerlo. Por eso, prefiero la palabra armonía,
porque la armonía permite matices, altibajos, graves y agudos.
Obviamente
debemos adiestrar a esta mente inquieta que no tiene límites, si bien, a veces
es mejor llevarla al límite y permitirle imaginar hasta agotarse en la
fantasía, en vez de llevar a cabo actos impuros o destructivos por represión
absoluta.
Para ello se
insiste tanto con la meditación en silencio y una postura inamovible, que
permite que aparezca el testigo consciente, ese que nos posibilita trascender
la tercera y la cuarta dimensión, y vivir en quinta, donde somos neutros y
vemos el sufrimiento como realmente es, una ilusión (Aún me falta entrenamiento
para llegar a este punto sin anestesia). Este estado meditativo permite la integración en el ahora, conscientemente, de estas dos dimensiones en cuestión, y entonces encontramos un centro desde el cuál sí somos íntegros pensando, sintiendo y actuando al unísono, sin embargo, no es tarea fácil para la falta de costumbre y la educación que hemos recibido. Y es poco práctico para vivir en sociedad actualmente. Hay tareas que requieren que uno piense en mil cosas a la vez, e incluso que no afecte en modo alguno la emoción, como un controlador aéreo, por nombrar una, o un cirujano en plena acción.
Y ahora que
tocamos este tema, a esos seres que se hacen llamar despiertos, que a veces se
aíslan en terapias, oráculos y constelaciones constantes, entre otros; me he
encontrado casos de individuos consultando al Tarot por cada paso a dar o
constelando a su enamorado para ver qué le pasa...
Son esta clase
de acciones las que implican vivir en mundos imaginarios, no ser íntegros y
denotan inseguridad.
Está bien
utilizar esos recursos en momentos dados, o cuando el clima es tenso, pero
llega un momento en que hay que operar en tercera, y eso significa dar el paso
y equivocarte si no te va la vida en ello (incluso con los oráculos te puedes
equivocar), o entablar un diálogo real con la otra persona, que para eso está
viva en cuerpo y te puede responder sin que tengas que imaginarte nada. Otra
cosa es que la realidad no sea como esperas, y ahí tendrás que volver a
preguntarte una vez más "¿por o para qué me evado de esta situación?".
Enfréntate, y
si no, vuelve al silencio una y otra vez hasta que tus circuitos neuronales
estén entrenados y tu hipocampo esté lo suficientemente grande para asumir los
riesgos de caer en el pozo de la frustración. Pero el mero hecho de encarar la
realidad, como mínimo, te hace madurar.
Entrar en la
quinta dimensión es el resultado de ese tiempo constante que dedicas a observar
a todos tus cuerpos en el aquí y ahora, enfocar tu atención es clave.
No vamos a
irnos a ningún lugar distinto del que estamos, ni vamos a cambiar de cuerpo, el
hardware seguirá siendo el que tenemos, tal vez con alguna mejora gracias a los
nuevos procesos generados por un software actualizado, como el hecho de no
sufrir por la desencarnación de un ser querido, por ejemplo (tampoco he llegado
a ese punto).
Y con este
ejemplo el hardware formaría parte de la tercera dimensión, que requiere un
cuidado y mantenimiento en este plano (el ejercicio físico, la alimentación, la
respiración, etc.), y el software operaría en la cuarta (nuestro bienestar
mental y emocional, recuerdos, ideas, etc.), donde nuestro ordenador y lo que
allí guardamos se compararía con nuestro inconsciente individual, y el acceso a
Internet, el plano astral, que sigue operando aun
cuando nosotros no nos conectemos a él. El operario de dichos artefactos, sería
eso que llamamos Yo Superior, cuando es consciente, que observa con neutralidad
porque sabe que él no es ese ordenador al que maneja; incluso se puede volver
hacker y entrar en ordenadores particulares ajenos (entrar en los montículos
sin ser percibido).
Y cuando es
inconsciente y opera por automatismo sería nuestro pequeño yo o ego, que se ha
identificado con ese artefacto y su sistema, y sufre por todo lo que ocurre
dentro de ese aparato, como si le sucediese a él.
Es natural,
porque esos procesos los sentimos nosotros en nuestro hardware, la cuestión es
tener un software programado para asimilar las cosas desde la perspectiva del
observador, que está sentado en la silla tocando las teclas… (Siempre es más
fácil exigirle a otro que a uno mismo, eso se llama personal trainer).
Para realizar cualquier obra primero se debe haber viajado por los terrenos de la imaginación, para traer desde ese plano a este la forma, y que se nos ocurriesen las maneras de realizarlo en lo material. Tuvimos que volar alto, sentir algo que no estaba de verdad delante, para poder hacerlo real más tarde.
La integridad es un estado que se consigue cuando nos activamos como un láser y nos entregamos plenos en una tarea, pero no está claro que se pueda pasar las 24 hs del día así, por ejemplo, cuando un artista o un deportista está tan compenetrado con lo que hace, que uno con solo mirarlo puede fundirse en lo que está sucediendo, porque ese ser está disfrutando en cuerpo y alma y totalmente concentrado en la acción, que no viene del movimiento, sino del espíritu, nos penetra.
Concluyo que
hasta ahora no nos habíamos dado cuenta de que vivíamos en estas dos dimensiones operando conjuntamente, y es por ello que lo de la tercera es medible y lo de la cuarta no, incluso, se ha
querido dividir la cuarta dimensión en dos: intelecto versus emoción, como si
en la vigilia pudiésemos separar el aire del agua.
Las
dimensiones se diferencian cuando dormimos, y ahí dejamos al cuerpo tranquilo,
sin interferencia, por eso el descanso es tan necesario y reparador (Si no
apagamos el ordenador, éste se sobre calienta, si bien todo se basa en el
sistema de refrigeración, pero no nos desviemos del tema).
El cuerpo es
perfecto tal cual es, la biología es inteligente, sabia y se autorregula como
la propia naturaleza; es la mente la que deforma al cuerpo y al mundo con su
percepción, pero hay esperanza porque lo mismo que nos apresa es lo mismo que
nos puede liberar.