El marido solía enojarse porque ella no tenía el mismo
elevado apetito sexual que él.
Las discusiones eran siempre las mismas, él decía:
"–¡No me quieres!; –¡Me estas engañando!; –Estás conmigo por
interés"; etcétera. Siempre discusiones en las que él era el sustantivo y
daba igual lo que a ella le pasara por dentro.
Ella le explicaba que lo amaba con toda su alma pero
que simplemente no sentía deseo sexual, no había otra explicación aparente.
Para esto, él respondía que eso era mentira, que seguro con otros hombres
anteriores a él ella pasaba noches enteras fornicando.
Ella sentía una pena muy grande en su corazón porque
no podía hacerle sentir a él lo que a ella le pasaba... Simplemente estaba
cansada y su mente ni siquiera pensaba en sexo.
Con el tiempo ella se fue acostumbrando a esas
acusaciones, las cuales ya se sabía de memoria, si bien nunca se creyó.
Ella sufría porque aunque estaba en armonía, él no
paraba de vivir en el pasado y no disfrutaba de ese momento presente en el que
ella estaba completamente en cuerpo, mente y alma, allí con él.
El no se daba cuenta de que cuando ella tenía su
apetito sexual alto, era él el que ahora no quería sexo...
Ella lo respetaba, porque prefería esperar a que él de
verdad tuviera ganas para disfrutarlo y fundirse los dos a la vez, y no solo
para satisfacer una necesidad física.
Pero él, egoísta y victimáriamente, no prestaba
atención a ese hecho.
Ella le recordaba una vez más que cada vez que
coincidían en la unión sexual y en completa simbiosis, aquel momento era único
e iluminador. Ellos eran capaces de lograr orgasmos que duraban una eternidad y
él era capaz de acabar varias veces seguidas, como una mujer. Hacían Tantra sin
saber cómo.
Pero él no valoraba eso, su mentalidad de mono le
hacía preferir la cantidad a la calidad.
Al final, ella, a la edad de treinta y un años, y
llevando nueve en pareja con él, falleció.
Los dolores que sentía desde hace años en la parte
trasera del cráneo habían aumentado en el último mes. Estaba sobre una silla
limpiando las estanterías altas de su casa cuando se mareó, cayendo y
golpeando su cabeza contra una mesa.
Cuando él llego la encontró en el suelo inconsciente.
Llegó al hospital pero no aguantó más de dos horas.
No murió por el golpe. Los médicos descubrieron un
tumor alojado en el hipotálamo; el golpe fue el catalizador. Le preguntaron si
antes no había notado desordenes alimenticios, desordenes del sueño o cambio en
la actividad sexual... Todas esas cosas se relacionaban con el hipotálamo...
El sigue viviendo en el pasado, en un magnifico
recuerdo con ella, a quien ha idealizado.
(No sé por qué, blogger me repite la historia abajo)
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El solía enojarse porque ella no tenía elevado apetito sexual como él.
Las discusiones eran siempre las mismas, él decía: "No me quieres!", "Me estas engañando", "Estás conmigo por interés", etc, etc... Siempre discusiones en las que El era el sustantivo, y daba igual lo que a ella le pasara por dentro.
Ella le explicaba que lo amaba con toda su alma pero que simplemente no sentía deseo sexual, no había otra explicación aparente. Para esto, él respondía que eso era mentira!, que seguro con otros hombres anteriores a él ella pasaba noches enteras follando.
Ella sentía una pena muy grande en su corazón porque no podía hacerle sentir a él lo que a ella le pasaba... Simplemente estaba cansada y su mente ni siquiera pensaba en sexo.
Con el tiempo ella se fue acostumbrando a esas acusaciones, las cuales ya se sabía de memoria, si bien nunca se las creyó.
Ella sufría porque aunque estaba en armonía, él no paraba de vivir en el pasado, y no disfrutaba de ese momento presente en el que ella estaba completamente en cuerpo, mente y alma, allí con él.
El no se daba cuenta de que cuando ella tenía su apetito sexual alto, era él el que ahora no quería sexo...
Ella lo respetaba, porque prefería esperar a que él de verdad tuviera ganas para disfrutarlo y fundirse los dos a la vez, y no solo para satisfacer una necesidad física.
Pero él, egoísta y victimariamente, no prestaba atención a ese hecho.
Ella le recordaba una vez más que cada vez que coincidían en la unión sexual y en completa simbiosis, aquel momento era único e iluminador. Ellos eran capaces de lograr orgasmos que duraban una eternidad y él era capaz de acabar varias veces a la vez, como una mujer. Hacían tantra sin saber cómo.
Pero él no valoraba eso, su mentalidad de mono le hacía preferir la cantidad a la calidad.
Al final ella, a la edad de 31 años, y llevando 9 años en pareja con él, falleció.
Los dolores que sentía desde hace años en la parte trasera del cráneo habían aumentado en el último mes. Estaba subida a una silla limpiando las estanterías altas de su casa y se mareo cayendo al suelo y golpeando su cabeza contra una mesa.
Cuando él llego la encontró en el suelo inconsciente. Llegó al hospital y no aguantó más de dos horas.
No murió por el golpe. Los médicos descubrieron un tumor alojado en el hipotálamo; el golpe fue el catalizador. Le preguntaron si antes no había notado desordenes alimenticios, desordenes del sueño o cambio en la actividad sexual... Todas esas cosas se relacionaban con el hipotálamo...
...
El sigue viviendo en el pasado, en un magnifico recuerdo con ella, a quien ha idealizado.