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jueves, 27 de mayo de 2010

Ensaladas, Paellas y otros desastres.

(Para leer de a ratos)

Esta semana han sucedido repetidamente las mismas situaciones en el bar mientras trabajaba.

La primera, fue el jueves pasado: fue un día muy fuerte ya que vendimos muchísimos menús, estuvimos trabajando a todo momento, no paraba de entrar e irse gente.
En esos momentos tengo que convertirme en una malabarista, seguir haciendo arte con mi trabajo, seguir siendo una modelo elegante y sobre todo, pensar con claridad, en una danza armoniosa con el ritmo del día.
Eso es lo que siento cuando trabajo y cuando la vida me pone presión, que crezco.
Me alegra la gente que va al bar, mis compañeros de trabajo, mi trabajo en sí; me divierto, disfruto, vivo y lo comparto con todos los que entren en "El Pozo".
Me gusta satisfacer a los clientes y contentarlos; pues no hago ningún esfuerzo por ser amable y simpática ya que me hace feliz vivir de esta manera.

Volviendo al tema en cuestión, ese día tuve dos 'pruebas'.
Primero un intercambio de opiniones con una chica que el día anterior se había dejado 600 euros en la máquina 
traga-monedas.
Mi jefe, que parece que no quiera ganar dinero, dejó la máquina apagada para guardársela. La señora viene a las dos de la tarde y, como había gente en la barra, dice: 

-Cuando se vayan juego, porque no me gusta que haya tanta gente al lado.

Entonces intervengo diciendo:

-Yo les digo que se aparten y ya está, podés jugar. Si no, estos señores pueden estar ahí toda la tarde y la máquina estará apagada todo ese rato.

-No, no.- contestó ella -¡Ya me espero!

Luego mi jefe le dijo, de mala gana, que tenía que jugar porque ya había pasado mucho tiempo. Entonces la señorita, molesta, se quejó: 

- ¡Joder! - y masculló alguna cosa.

Supongo que a mi me gusta poner a la gente en su sitio, quizá es complejo de inferioridad, o tal vez orgullo o simplemente ganas de pelear, por no decir de romper los huevos.
El proceso químico que tiene lugar en mi interior genera un subidón de adrenalina, entre otras sustancias... las cuales me hacen comportar como una madre que trata de enseñarle a sus hijos a base de un régimen dictatorial. (Quizá, así me enseñaron)

Entonces respondo con un tono superior:

- ¿Joder? ¿Pero encima creés que tenés razón? (la chica era argentina) Ya te guardamos la máquina bastante tiempo y si fuera por mi no te la guardo ni 2 minutos, por que yo(mi jefe) estoy perdiendo dinero de esta forma.(Siempre hablo como si el bar fuera mío)

-¿Pero me dejé 600 euros, no me deje 20!- se defendió.

-Como si te dejas 1000- le dije - a mi no me importa, te lo digo como negociante, yo lo que quiero es ganar dinero y lo que quiero es que la gente se deje esa cantidad en mi traga monedas, entonces, aunque sea, tené el tupé de jugar lo antes posible,  porque no puedo tener parada la máquina todo el día!

-Bueno, ¿me ponés una Fanta?- dijo.

-Vale, ¿querés algo para comer?- contesté, y al rato se fue  a jugar y se comió un bocadillo.

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Luego, ese mismo día en medio del caos, apareció otro personaje que, como vio el bar tan lleno, quiso comer en la barra. 
Le llevé la paella, le deseé el "bon profit" y me fui. 
Al rato vuelvo y mi jefa (Fen) me señala al cliente y me hace una mueca de "no sé qué quiere decir!" entonces observo al señor y veo que tenía cara de oler un pedo y que me señala la paella, le pregunto que le pasa y me dice:

-¿Esto es la paella?

-Si, ¿qué pasa? ¿No le gusta?- le pregunto.

El no responde, solo señala el plato como diciendo 'esto es una mierda' y ni siquiera la había probado!!!

Le quité el plato y lo puse dentro de la barra, le dije que no había ningún problema, que me podía pagar la Coca Cola e irse y me fui a seguir atendiendo a mis clientes. Luego lo veo comiendo de nuevo la paella. Pensé que mi jefa era tan tonta de seguir prestándole atención y luego pensé '¡vá! ¿A mi qué carajo me importa? Al fin y al cabo no gano nada haciendo esto!'.
Unos clientes  que se estaban yendo observaban la secuencia y con sus gestos me hacían sentir que estaban de mi lado. 
Luego me enteré que el muy cararrota cogió solito la paella sin que nadie le diera permiso. Comía y escupía a la vez y luego se fue sin pagar!
Me divertí un poco aunque me hubiera gustado que se me hubiera dado la misma situación pero con menos trabajo, para poder pelearme un rato mas con él...

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El tercer evento tuvo lugar el martes.
Entra un yonqui al bar(esto es culpa de mi jefe por relacionarse con esa gentuza), le pide un cigarrillo a un tipo que conocía que estaba sentado en una mesa almorzando tranquilamente con su familia. El yonqui olía a mugre y no es grato a la hora de comer deleitarse con esos aromas o esa imagen, o la incómoda situación en sí.
En seguida me abalancé como una fiera salvaje protegiendo a sus crías.
Le ordené que se fuera y que no molestara a mis clientes,ni entrara cuando yo esté, y lo amenacé con llamar a la policía. Luego lo empujé suavemente y me dijo: ¡no me toques! Entonces me fui apurada a coger el teléfono y a decirle lo que pasaba a mi jefe(porque lo de la policía es para asustar nomás). 
Mi cliente sacó rápido un cigarrillo; el yonqui se fue.

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El último incidente y el más teatrero se dio ayer...
Viene un moro todo ciruja y se pone a pedir a la gente que estaba sentada en la terraza. También olía mal. Mis clientes no le decían nada(quizá ellos también deben aprender a defenderse solos).
Le dije que dejara de molestar y que se fuera; se me puso a llorar diciéndome que tenía hambre como un niño malcriado. 

-A mi no me llores, esa manipulación hacésela a tu abuela, ¿tenés hambre? Espera un momento!- Le dije.

Fui a la cocina en medio del restaurante lleno, le pedí permiso a mi jefe  para darle algo de comida; invertí  tiempo que debería estar invirtiendo en mis clientes quienes van a pagar el menú al fin y al cabo; en ponerle al caballero en una tarrina, que ya cuesta dinero, una porción de ensalada de pasta, le di un tenedor, le di pan y me dice:

-¡No quiero pan!- Gritándome y de mala manera.

Yo, atónita, pensé que tenía algún problema interior y no le presté atención. Luego le dije que se fuera  a comer a otro sitio y me dice:

-¡Esta frío! ¡Calentámelo!- Otra vez, de mala manera.

-¿¿¿¿Qué????- Salté como leche hervida -Encima que te estoy haciendo un favor, ¿me venís con pretenciones? Vos no tenés hambre, tenés ganas de romperme las pelotas, ¿no ves que tengo el bar lleno de gente? No tengo tiempo de ocuparme de vos! ¡Andáte!

Me voy a buscar a mi jefe mientras me grita "hija de puta"(!) y otras cosas que no oí y me revoléa la ensalada por todo el bar!
Mi jefe salió a buscarlo porque ya se había ido; yo limpiaba el desastre. 
Luego todo volvió en unos segundos a la normalidad.

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Quizá para vosotros esto suene gracioso para otros grasoso,
pero yo acabo de analizarlo todo, analizarme a mi  y entender el maravilloso mensaje.

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